Escuché el término “unidad” una y otra vez en el Simposio Virtual Internacional: “La nueva era del turismo”, en la voz de expertos en la materia como Gloria Guevara, CEO del WTTC, Miguel Torruco, titular de SECTUR o la ex secretaria Federal Leticia Navarro entre varias personalidades que participaron. Pero del dicho al hecho…
La unidad se construye día a día con obras, no de saliva, escuchando y acatando la voluntad de todos los involucrados, dignificando acciones comunes; es un concepto que acepta la dialéctica para transformarse por un bien común, pero es tan frágil y se evapora cuando la citan con el designio egoísta de intereses personales.
¿Para que deseamos unidad en el turismo? ¿Para justificar carencias -de un presidente que no cree en la materia- o para transformar verdaderamente al sector? Pero ojo: en este último escenario están obligados todos los actores a aportar, tanto del gobierno como del sector turístico y es ahí donde la realidad del país choca contra las buenas intenciones.
Pongamos a prueba una posible unidad del sector: ¿Qué pasará cuando los empresarios pidan al secretario Torruco apoyos del gobierno en materia fiscal? ¿Sabes que sucederá cuando los más de 4 millones de empleados directos del turismo exigan apoyos económicos? ¿Qué puede ocurrir en caso de que el presidente López Obrador proponga eliminar el modelo DTI (Destination All Incluisive) para incrementar el gasto del turista?
La unidad necesita objetivos consensuados; una fuerte estructura donde quepa lo diverso con un solo fin: desarrollar un país transformado el turismo. Si deseamos unidad solo para solventar la etapa post confinamiento, es válido pero ese concepto cortoplacista no va más allá de un discurso o de un pronunciamiento vacío.
Hoy, nuestro país está en la necesidad socioeconómica de unidad, “es la única salida”, comentan los expertos. Empecemos entonces por cohesionar ideas y acciones que levanten en equipo la idea turística. ¿Cómo le hacemos? Basta de solicitarlo como llamado a misa.
@ElCastorOficial