Un lugar para enamorados 

El atardecer más bello del mundo lo observé aquí, en Santorini, isla que visitan 2 millones de turistas al año -un promedio de 80 turistas por habitante- atraídos por sus incomparables puestas de sol. 

Existen muchas opciones para recorrer la isla con guías turísticos, sin embargo, preferí rentar un auto ya que este destino  es pequeño 26 kilómetros de largo-, ideal para  conocerlo por mi cuenta.

Me hospedé en Oia, pequeña población al norte del islote, conocida como uno de los “pueblos más bonitos del mundo” y vaya que es cierto. Por la mañana temprano me salí  a caminar en calles impecables, las casas son todas de color blanco con puertas y  ventanas en azul que combinan a la perfección con las iglesias de grandes cúpulas azules y las villas enclavadas sobre el acantilado en el mismo color. Los yposkafa eran los antiguos hogares construidos en las rocas que se usaban para protegerse del viento y han logrado conservarse en la actualidad tanto como casa-habitación, como hostales y grandes hoteles para que los visitantes vivan la verdadera experiencia de estar en Santorini 

La Isla es famosa por sus impresionantes puestas de sol y Oia es el punto perfecto para admirar este espectáculo natural. Pregunté en el hotel cuál era el mejor lugar para la vista y me recomendaron el Castillo Veneciano de Oia. Me acerqué al lugar desde muy temprano ya que la dueña del hostal me advirtió que se llena de turistas y si quería buen lugar, más valía estar ahí con mucha anticipación. 

Ya solo quedan ruinas de la fortaleza edificada en el siglo XIII pero dejan clara la idea de la belleza que tuvo esta construcción. Llegada la hora, es como si el mundo se detuviera, tanto visitantes como los vecinos que viven en el pueblo, dejan lo que están haciendo para observar sin aliento al sol que se esconde y parece que se sumerge en el Mar Egeo pintando agua, cielo y tierra de color rosa hasta llegar al naranja y rojo, dejando un paisaje de fuego. Me regresé al hotel caminando, la luz del atardecer que termina, se funde con la noche que se aproxima pintando las calles de azul hasta que llegue la luna y tuve la sensación de estar dentro de un cuadro que una mano gigante pinta desde el cielo y mientras camino, pienso que realmente las horas de espera en el calor, valieron la pena. 

Aquí los ojos se llenan con los paisajes de mar, de luz y también de montañas y senderos que separan los pintorescos pueblos. Existen muchas opciones para practicar senderismo en la isla, yo me decidí a caminar desde Oia hasta Thira en una ruta de 5.5 kilómetro. La aventura empieza cubierta de ceniza volcánica y rocas blancas en Oia y desemboca en un pequeño sendero que conduce a una colina de color rojo que en su parte alta está cubierta de rocas, al subirla, la vista es fantástica. Seguimos caminando y llegamos a la Iglesia de Stavros donde se puede descansar un poco y tomar fotografías. La ruta continúa a través de la montaña y tras un tramo nos lleva a una cafetería donde venden agua y alimentos antes de seguir la ruta en la compañía de las azules aguas del Mar Egeo. Más adelante, el camino es rocoso pero muy fresco y al llegar a una enorme roca, sabemos que Thira ya no está lejos. Tras varios minutos de caminata y aire fresco, llegamos a la Iglesia de Profitis Elias para tomar muchas fotografías y descansar a la sombra de los pinos. La ruta termina al bajar una calle que desemboca en Thira. 

Y ya que estaba ahí, recorrí la ciudad capital de Santorini; está ubicada justo en el medio de la Isla sobre el filo del acantilado de frente a la caldera del volcán. Santorini surgió hace más de 3500 años precisamente por una explosión volcánica en la zona. Aquí en Thira las casas también están excavadas en roca volcánica y son de color blanco, pero las ventanas y las persianas son una explosión de colores y está llena de comercios, sobre todo, de joyerías.   Me senté a comer y descansar en la Taberna Nikolas y más tarde me dispuse a conocer el puerto al que se puede llegar bajando 600 escalones -lo difícil será el regreso- o bien usar el teleférico o de plano, hacer el viaje en burro. Sinceramente, a mí eso de explotar al pobre burro no me latió y opté por el teleférico para reservar energías en mi regreso caminando a Oia

En mis caminatas por la Isla noté que existen muchas bodegas de vino en la localidad y están abiertas a que los turistas las visiten. El vino más famoso es el Vinsanto que se produce en Santorini, tiene un sabor y proceso muy especial gracias al suelo volcánico de la zona. Hay tours guiados para los turistas o bien, se puede llegar directamente a cualquiera de las bodegas y apuntarse al primer tour disponible. En Domaine Sigalas, nos mostraron las principales variedades del vino de la isla y pudimos ver cómo se cultiva la uva con la técnica de “cepa”. Catamos el Arsirtiko, vino a base de una variedad de uva blanca propia de esta región volcánica. 

En la bodega familiar de Santo Wines -la más famosa-, nos explicaron cómo lograr producir excelente vino en condiciones poco favorables, ya que llueve muy poco. Las viñas se cultivan en cestas cerca del suelo y esto les permite conservar la humedad. Aquí catamos 12 variedades de uva que maridamos con aceitunas, pan y queso. Un verdadero placer. 

Y no podía ir de Santorini sin visitar sus famosas playas. Hay muchas opciones y si se cuenta con tiempo, vale la pena visitarlas todas. Ya que la isla es de origen volcánico, las playas están formadas por restos de roca, lo que hace que la arena sea negra y gruesa. Visualmente no tienen la belleza de Mykonos, pero el agua es cristalina, templada y es una maravilla que no se te pega la arena al cuerpo. Hay playas para turistas que quieren divertirse en el mar y gozar de ambiente de fiesta en restaurantes, bares y tiendas de ropa; playas acondicionadas con camastros para tomar el sol y estar con la familia y también opciones de playa para los que buscan alejarse del bullicio y sentarse en silencia frente al mar en santa paz. Visitarlas no es muy complicado pues están todas están unidas y vale la pena disfrutarlas. No dudes que esa imagen del atardecer se quedará contigo para toda la vida. 

Gabriela Albarrán