Ubicada en el suroeste de Tailandia, en Krabi, Ton Sai es una pequeña localiad salvaje, atractiva, paradísiaca, órganica -como dicen ahora- y llena de atractivo para todos los gustos:

Deporte de aventura

Para las almas intrépidas, hay riscos para practicar escalada teniendo bajo los pies olas del mar en tonos tan azules que parecen irreales. También podrás practicar el llamado psicobloc, que consiste en escalar sin cuerdas a bajas alturas para terminar lánzandote al mar.

Excursiones

Uno de los mejores tours es el traslado a la Isla Phi Phi  (¿donde he oído eso?) para bucear en aguas cristalinas llenas de color y diversidad de especies y si tienes suerte, tal vez te encuentres cara a cara con un tiburón o al menos con una tortuga. Otra exclente opción consiste en “saltar” de isla en isla: Chicken Island, Tub Island, Koh Poda y la cueva Phra Nang llena de esculturas de madera con forma de falo o lingams que verás por doquier; los lingams son una representación simbólica del Dios Shiva asociados a la masculinidad y a la fertilidad, así es que las mujeres acuden a este sito para atraer e incrementar su fertilidad. Al final de la cueva hay 4 escaleras de bambú que conducen a una espectacular vista de Railey y Ton Sai en su máximo esplendor.

Danza del Fuego

Durante toda la noche a lo largo de la playa de Ton Sai, encuentras a los artistas del fuego,  auténticos ‘magos’ que encienden sus antorchas para hacer figuras en el aire que te dejarán con la boca abierta, los visitantes se van reuniendo alrededor de cada ‘performance’ en que los danzantes derrochan destreza y creatividad. El fuego silba potente en el aire al ritmo de Martin Garrix, Armin Van Buuren, Ariana Grande, Jonas Brothers, Beethoven…

Cuando recuperes el aliento y puedas cerrar la boca, te recomiendo entrar a cualquiera de los bares o cafés donde se escuha música reggae entre voces de mochileros de distintos países que conversan -unos en su idioma,  otros en inglés o hasta con señas- echados sobre cojines  en el suelo entre siestas, risas, cervezas y bailes en un ambiente que recuerda al relajado estilo hippie.

No hay cadenas hoteleras, centros comerciales ni grandes edificios; sólo hay familia, amigos, cabañas construidas por habitantes que comparten su hogar con amigos de todo el mundo que intercambian experiencias y culturas. Así es Ton Sai, en pocas palabras, nunca te quieres ir y siempre querrás volver.

Escrito por Gabriela Albarrán