El lunes se soltaron los demonios en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento e hizo que los inquilinos de la calle Nuevo León 56 -donde se ubica la Secretaría de Turismo de la CDMX- se llenaran de sobresalto; Claudia Sheinbaum, tomó la determinación (que adelanté aquí a principios de junio) de pedir la renuncia al secretario Carlos Mackinlay. Esta es, en resumen, la versión de mi fuente.

Desde ese momento y hasta el miércoles consulté con mis contactos; en SECTUR rechazaron el relato, mientras otros enlaces confirmaban la noticia. El mismo protagonista de la historia, Mackinlay Grohmann, negaba rotundamente los hechos; “Nada de eso” me comentó.

¿Por qué negar la salida? “Busca una despedida elegante, seguramente” me comparte uno de sus excolaboradores, “Es un hombre de formalismos, y le gustaría decir adiós sin aspavientos” dice uno más, de su equipo cercano. Quizá está posponiendo el anuncio, porque está invitado al Tercer Informe de la Jefa de Gobierno y desea evitar ser el protagonista de los cuestionamientos.

Demasiado tarde, ayer en las redes sociales circuló la pesquisa y para esta hora, todos los medios están enterados. Pero, ¿Cuál fue el error -de confirmarse la noticia en estos días- que cometió Mackinlay, para salir? Hay uno de origen: el desconocimiento del valor y potencial del sector turístico por parte de muchos gobernantes.

Los otros, más que errores, son debilidades de Carlos Mackinlay; nunca fue parte del círculo cercano de Claudia Sheinbaum -a pesar de ser el único secretario de Turismo militante de Morena e izquierdista puro- tan solo recordar que fue designado secretario, de rebote, pues para el puesto estaba apuntada Lenia Batres y otros cercanos de quien está al frente del gobierno capitalino.

Seguro que sufrió fuego amigo dentro del mismo gabinete, pues hicieron minar la proyección de Carlos Mackinlay, pero, aparte nunca pudo interesar a Sheinbaum Pardo en el turismo; ésta jamás lo acompañó a algún recorrido en los tres años de trabajo.

Ideas, creatividad y conocimiento, tiene de sobra el hasta ahora secretario de turismo de la ciudad de México; sería una pena que llegara un político solo por pago de una cuota de poder, pero, aunque no lo comparto, entendería que es una táctica política para consolidar la candidatura a la presidencia del país.

Por otra parte, igual de lamentable estaría, que acceda al puesto una persona inexperta, no se entendería el enroque, ahora que el sector turístico necesita de un experimentado turismólogo, para crear estrategias que den rumbo a la recuperación económica. A la Jefa de Gobierno le conviene tener afinado el equipo más profesional, si realmente está pensando en el futuro.

@elcastorviajes