Escrito por Gabriela Albarran

No existen palabras que expresen lo que los ojos ven en este lugar, pareciera que estamos en otro planeta, al menos tal vez, en otra dimensión.  

Es el desierto de sal más grande del planeta. 10,500 metros cuadrados de puritito color blanco formado por sal a más de 10 metros de profundidad, empieza a llover y se convierte en un infinito espejo del cielo bajo los pies.

Dice la leyenda que la volcana Tunupa, al ser separada de su hijo por los dioses, lloro y sigue llorando, lagrimas de sal y derrama su leche formando este desierto.

La población de Colchani vive exclusivamente de la sal. Está ubicada en uno de los extremos del Salar de Uyuni, al sudoeste de Bolivia, aquí se sigue procesando la sal de manera artesanal para consumo no solo de la región sino del mundo entero.

Hay varias opciones para la excursión al salar. El recorrido más aconsejable es en 3 días para disfrutar todas de las maravillas que hay en el camino.

Llegamos a la entrada, el jeep entra en el desierto y sigue conduciendo en medio de la nada absoluta, el guía nos explica que por seguridad suelen entran varios vehículos al mismo tiempo, para guiarse unos con otros. Nos detenemos y apenas bajamos, se hace el silencio, no hay una sola persona que pueda siquiera parpadear.  Tan blanco, tan irreal, tan..tan…inmenso?, poderoso?, absoluto?, aquí la naturaleza impone respeto.  Tras el impacto inicial, jugamos a tomar fotografías divertidas aprovechando el efecto óptico del infinito fondo natural. Más tarde nos acercamos al lugar donde pasaremos la noche, un hotel de sal; mesas, camas, paredes y hasta los pisos están hechos totalmente de sal, descansamos y recargamos pilas para continuar.

El siguiente punto en el camino es también indescriptible; la Laguna Roja, conforme sube y baja el sol, cambia de tonalidades, pero siempre es roja, de verdad totalmente roja debido a la acumulacion de sedimentos y pigmentos de cierto tipo de algas. Aquí habitan cientos de flamencos que están acostumbrados a los ojos humanos que los miran estupefactos, te devuelven la mirada, posan para la fotografía con aire de saber el efecto que provoca su belleza.

Seguimos avanzando hasta llegar a la vista de múltiples geysers que lanzan sus explosiones de vapor hasta 70 metros de altura, un poco más adelante, está una laguna de aguas termales en la que nos sumergimos no sin antes pasar terroríficos segundos quitandonos la ropa para quedarnos en traje de baño en este frío espeluznante pero, bien valió la pena al entrar en las tibias aguas llenas de minerales provenientes del Volcán Polques -ni mencionar lo que se siente al salir de ellas, aunque mil veces lo volvería a hacer-.

Cualquier temporada del año es ideal para visitar este lugar de fantasía. De finales de diciembre hasta mediados de abril es la temporada de lluvias y es cuando el salar presenta el efecto “Espejo” que es una verdadera maravilla. Durante esta época solo se permite el ingreso a un máximo de 15 kilómetros por seguridad. De finales de abril y hasta principios de diciembre, es la temporada seca y el salar, si bien no presenta el efecto “Espejo” pues está seco, es cuando se ve inmensamente blanco y se puede cruzar  de extremo a extremo.