Cuando llega a mi mente Playa del Carmen no suelo pensar en ir a visitarla, porque desde el día que la conocí, la traigo puesta.

Esta vez llegué a la Riviera Maya por una llamada que me hizo Deadpool PR: “Que pedo, te subes al Fam”. Como no soy su novia para despreciarlo, me uní al grupo que incorporaba personajes variopintos: la dulce niña, ¡un chairo! el Don de la radio pública, el guarro, el maistro de los memes, el guacamole, la nueva y el niño, la verdad, al principio eran como ver un clásico tigres-rayados cuando no eres del norte porque lo verdaderamente halagador era que cubriría el ¡Riviera Maya Jazz Festival!.

Poco hablé con mis compañeritos de viaje, solo quería llegar al avión y recuperarme de la noche anterior, pero cuando me percaté que volaríamos por Magnicharters se me fue el sueño ¡pesimo sentimiento! Porque una vez que nos elevamos quedé como borracho en iglesia, dormido y en paz…ya que probé su servicio, hasta los puedo recomendar. 

De Cancún a Playa en 45 minutos, directo para instalarnos en nuestro hotel, me quedé en uno coquetón y chiquituki -por eso me gusta este destino- yo lo hubiera bautizado como “Las mil y una noches” por una de las narraciones de Sherezada donde hay más puertas que habitaciones o también le hubiera llamado “Azul” pero el solo nombre hubiera atraido a los ansiosos del motelazo.  ¡Que bueno que los propietarios decidieron inaugurarlo como “New Port”!

La primera noche cenamos en The Grill del Grand Hyatt Playa, fue un menú degustación con manjares de mar y tierra maridados con vinos de excelente buqué (esto último lo escribo para que te imagines algo muy cachondo -porque así es- pero yo pedí cerveza). En el lugar se anunciaba como jueves de Noche de Damas pero la gente de prensa en los últimos años pasa por una reducción de la libido y observé como mi big team desfilaba de salida igual que los enanitos de Blanca Nieves cantando “Heigh-ho, Heigh-ho” y no me quedó de otra que solidarizarme con el grupo.

La actividad periodística en el festival de Jazz se reduce a dejarse llevar por Deadpool PR para cubrir conferencias en la mañana con los artistas que se presentarán gratuitamente por la noche en Playa Mamita´s, eso nos permite acercamiento con los artistas pero representó también un momento de mayor convivio con los compañeros periodistas y ahí empezó “el traka traka” de la “llevadera”. 

Nadie se salvó; propios y extraños pasaron por nuestras filosas lenguas. Para calmar nuestras ansias de novillero, nos llevaron a Punta Venado Beach Club a disfrutar de una rica comida y de un paisaje fuera de serie, fue ahí donde Canela -colega internacional- nos bautizó como Monos Saraguatos -algo debió haber visto de nuestra actitud bullangura- pero lo calló hasta el último día.

La noche del primer concierto fue exquisita; Señor Mandril, Magos Herrera y Chucho Valdés con su Jazz Batá nos subieron hasta la gloria, fue como si nos lanzaron a bailar y disfrutar en la vía láctea. La encargada de bajarnos de nuestra nube fue mi amiga Xtabentún, que se apareció esa noche para llevarnos a los reductos de lo pecaminoso, trabajo no le costó porque es conocida en el mundo de los antros como #LadyCocoBongo y ahí nos llevó. 

El lugar es un espectáculo constante; suceden escenas en el aire de personajes escapado de algun cómic, apenas te acomodas y surgen imitadores de figuras legendarias del rock en el escenario o alguna atrevida espontánea que desde el balcón hace los bailes más sensuales -desde su percepción, no desde mi humilde opinión- todo eso motiva a que el reloj corra a velocidades inusitadas. Intenté fugarme a la una de la mañana pero para ese entonces ya eramos el foco de atención porque imagino que causaba extrañeza que un grupo de veteranos lo mismo bailaban “Claridad” de Menudo que “We are the champions” de Queen o intentabamos levantar el cuerpo en un slam amenizado por “Pachuco” de la Maldita. Al final nos sentíamos más ligeros, quizá fue por anestesiar las reumas contenidas por los años o tal vez dejamos media cadera en la pista. 

Los siguientes dos días rescato nuestra salida para nadar en un cenote de Emotions Native Park, los tacos de cochinita de Don Dany (¡Quiero!), los tacos al pastor de El Ñero (manden una docena por Estafeta, aquí pago) las noches que amenizaron artistas como Natalia Marrokin, Eliane Elías, Trombone Shorty & Orleans Avenue, New York Voices PBug y los míticos UB40; sus actuaciones fueron como para agradecer siempre a la vida, pero hubo una anécdota más que tocó nuestros sentidos.

La última noche también se nos pegó Xtabentún con su querido Evelio a quienes considerabamos amorosa pareja, solo que hasta ahí descubrimos la dualidad de la princesa maya contemporánea; por momentos es Xtabay -la buena- y en segundos puede transformarse en Utz-Colel -la mala- porque ahí, la Cuadrilla de Monos Saraguatos fuimos testigos de como la leyenda Maya revivió ante nuestros ojos. Unos dicen que le dijo “bájate perro”a su media naranja, yo quiero pensar que le comentó: “te puedes bajar de la camioneta e ir a trabajar” pero la cara de miedo de Evelio y el rostro de Xtabentún lanzando como rayos a través de la mirada no permitió que durmieramos esa noche. Les digo; los fantasmas del pasado siguen presente en Playa del Carmen.

@ElCastorOficial