Lo sé, me lo dicen mis amigos ¡no lo puedo evitar! Mi sicólogo explica que estoy idealizando, pero no entiendo, yo sigo fascinado, siento que se mantiene seductora, delicada, y con su trato he llegado a pensar que quiere enamorarme, me sorprende cada vez que la veo, interesante como hace 13 años, deseosa que la deseen.

Vuelvo a Eloise como el primer día; con cierto recelo falaz, pensando si cambió, o peor, si cayó en lo fácil. Me gusta analizar cada uno de sus movimientos y descubrir antes, los secretos con los que intenta sacarme el aliento, previo a sentir en mi boca su sabor inigualable, tratando de anticiparme a su aroma, porque ya se que una vez que caigo en sus manos, me provoca revoloteos en el estómago.

Dicen que uno regresa al lugar donde ha sido feliz, y aunque Joaquín Sabina me lo demande por contrariarlo (el cantautor andaluz está en contra de esa acción) ahí voy de nuevo; la excusa fue una invitación que no podía rechazar de Ros y Beto -los publirrelacionistas de Eloise- y antes de lanzarnos al vacío de nuestras charlas, ya me estaban estirando la mano con un mezcalini de arándano y cardamomo que fue como un paracaídas de frescura.

Ni bien aterrizábamos una plática para ponernos al tanto de nuestras vidas y nos llegó un Cebiche Especial con unos cubos de pescado al que identifiqué jengibre y leche de coco, pero traía un leve disfraz de granité de pepino. El buen Beto me estaba dando clases de como correr maratones, pero nos detuvimos para rendir homenaje a un Créme Brulée de Foiegras con una vinagreta de maracuyá y pasas. A esta hora el protagonista era la boca; por ella salían palabras amables y entraban bocados insuperables. La siempre obsequiosa Ros divertía con sus aventuras universitarias, eran una delicia, tanto como el plato fuerte: un Short Rib ahumado y braseado, escoltado con col rostizada y puré ligero de papa que hacía perfecto match con el tinto de Corral de Campanas que me presentó el sommelier. La plática se alargó por horas, pero antes de terminar, nos cayó del cielo la celestial Tarta de Manzana que maridaba con un vino rosado de Belstar.

La tarde se hizo noche y las sombras nos volvieron a la realidad, así se pasan las horas en Eloise, restaurante del Chef Abel Hernández, el creador de experiencias a través de los platillos que genera.

@elcastorviajes