“Es de bajo valor añadido, precario e inestable” así definió Alberto Garzón al sector turístico de España. Los turisteros de aquel país se ofendieron y pidieron la dimisión inmediata del ministro de Consumo quien además se sostuvo en su dicho. 

Algo no han sabido hacer los que se dedican a esta materia, porque si en el país del Rey Juan Carlos I con todo y que el turismo es el principal empleador además de aportar el 12 por ciento del  PIB  a su economía, los ningunean en la peor crisis mundial. 

Causa suspicacia que a la ministra Reyes Maroto de Industria, Comercio y Turismo, de aquel país no se le haya requerido para la toma de decisiones de la desescalada por coronavirus ni se le invitara al Congreso de los Diputados a participar en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica poscovid. 

Tantas veces ha puesto la cara el turismo por las crisis españolas que hoy resulta inverosímil tanto desprecio; nunca como antes los involucrados en el turismo habían carecido de apoyos -allá tampoco piden rescate- de parte del gobierno de la nación.

Hoy; al turismo, antes considerada hada madrina de la economía, solo le resaltan sus defectos; Pedro Sánchez, jefe del gobierno español relaciona los altos indices de mortandad por la pandemia debido a la gran cantidad de turistas que la visitan o el mismo ministro Garzón critica que pagan una miseria a las camareras en los hoteles. 

¿Donde está el error? Atraigo el tema a México; aquí el turismo ha sido exitoso hacia dentro, pocos en la sociedad civil se identifican con sus logros pero lo peor es la percepción entre la cúpula gubernamental -desde el presidente hasta diputados- donde lo consideran fatuo, carente de sensibilidad con la sociedad.  Es vital que el sector turístico empiece a sentar las bases de orgullo por su oficio, demostrar que sus estrategias de sostenibilidad van en serio y urge que empiecen a tomar decisiones desde el mismo poder, donde ahora no es tomado en cuenta o despreciado.

@ElCastorOficial