Ninguna autoridad del gobierno de Veracruz se apareció en la inauguración del Museo de la Hotelería Mexicana, ubicado en Orizaba; ni Cuitláhuac García, gobernador del Estado, tampoco Xochitl Arbesú, secretaria de Turismo en la entidad o Eric Cisneros, secretario de Gobierno -siempre tan entusiasta en los eventos turísticos- dejaron solo a Miguel Torruco secretario de Turismo Federal.

Menos mal, que estaba el presidente municipal de la “Eterna Pluviosilla” Igor Rojí, anfitrión y patrocinador de la obra; aparte, llegaron para apoyar a Torruco Marqués: Juan José Fernández, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles; más Roberto Zapata, vicepresidente de Turismo de Concanaco Servytur.

Solo por no dejar pasar; el único detalle que se tomaron la molestia de hacer desde el gobierno estatal, fue que la secretaria Arbesú retuiteara un mensaje del secretario Torruco donde avisaba que estaría en la tierra de Cri Cri: “…el dia de mañana será inaugurado el #MuseoHoteleríaMexicana, en el Pueblo Mágico de Orizaba…”.

A pesar de ser morenistas -tanto el gobierno estatal como el federal- el distanciamiento se explica porque Miguel Torruco, desairó una semana antes al gobierno Veracruzano en la inauguración del primer crucero de rio del país a bordo del catamarán “El Cuenqueño” en un recorrido de 100 kilómetros por la región del Sotavento.

¿Por qué tanta susceptibilidad ante el aparente desprecio? Porque aquí se involucran dos personajes influyentes de la esfera política: Arturo Quintanilla Hayek, propietario de “El Cuenqueño” e impulsor de la ruta. Quintanilla es compadre de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, además de ser un empresario mediático, quizá lo recuerdes por noticias como: “Da súper negocio Nahle a compadre por casi 5 mmdp” o “Se estrena empresa con venta millonaria de ventiladores al IMSS”.

La otra figura protagonista es Eric Cisneros, secretario de Gobierno de Veracruz; también “Nahleísta” quien orgulloso comparte que su patria chica sea Otatitlán (tierra del Cristo Negro) uno de los cinco puntos que tocará la embarcación turística, e incluso, no esconde su entusiasmo de ser impulsor de la ruta.

Nunca midió el secretario Torruco, el encontronazo de su desprecio; dejarse llevar por decisiones viscerales tendría que impactar -tarde o temprano- hasta entre sus correligionarios. Igualmente, establece un precedente en la relación Federación-Estado. Pedir mandando, desgasta al que ordena y cansa al que emprende.

En “lo oscurito” los gobernadores comentan su hartazgo por Miguel Torruco, quien, tratando de quedar bien con el presidente, disfraza una “Austeridad Republicana” en SECTUR para cargársela a los Estados y Municipios. Pronto más inconformes explotarán.

@elcastorviajes