La fortaleza impenetrable

Más antigua, a mayor altura y mejor conservada que Machu Pichu. La Fortaleza de Kuélap, en Perú, se impone a 3000 metros de altura.  Oculta tras sus muros de 20 metros, albergaba un mundo aparte, una cultura ancestral y casi invencible. de sorprendente ingeniería uno impenetrable y que daba la bienvenida solo a unos pocos elegidos e impedía la entrada a sus enemigos. 

La cultura Chachapoya es una de las más antiguas de Perú y son los responsables de este legado casi desconocido para el mundo. Aunque no se tiene conocimiento preciso de la fecha de construcción de Kuélap, se cree que fue entre el año 500 y 800 D. C. mucho antes que los poderosos Incas, a quienes les les costó sangre, sudor y lágrimas poder conquistar Kuélap y lo lograron hasta el siglo XV. 

Las ruinas están ubicadas en el departamento Amazonas de Perú y llegar es toda una odisea. Tras varias horas en autobús, el camino restante es solo a pie y dura entre dos y cuatro horas, dependiendo de la condición física del andante. O bien, recientemente se instaló el servicio de un teleférico que reduce la caminata a más o menos solo un kilómetro. Ambas opciones tienen lo suyo, caminando disfrutas de la naturaleza y de las imponentes vistas de manera cercana, viva, constante y en el teleférico el paisaje también es imponente y desde más arriba, aunque más breve. 

Subimos 2.5 kilómetros con sus respectivas paradas para tomar fotografías -en realidad las fotos son el pretexto ideal para tomar aliento-, a pesar de lo cansado de la cuesta, no me arrepiento de haberlo hecho a pie. Pude ver Los Andes, la selva amazónica y los acantilados de tamaños y colores diferentes mientras más alto estábamos; además, durante el camino, van apareciendo aquí y allá, la verdaderas dueñas del lugar, llamas solitarias, en parejas o hasta en grupos y parecen advertir con la mirada, que este lugar es suyo, que lo comparten por un rato, pero suyo al fin. 

Tres horas después, llegamos a la entrada de Kuélap y es aquí donde la sabiduría ancestral comienza pues para poder accesar a la ciudad se contaba con solamente con 3 rampas que se hacen embudo, miden aproximadamente 3 metros de ancho al comienzo y se van estrechando hasta llegar a tan solo 70 cm, de forma que el ingreso a la ciudad tenía que ser de una sola persona a la vez. Esto ha sido interpretado por los arqueólogos y antropólogos como una medida de defensa ante los enemigos. Por más numeroso que fuera un ejército, no había manera de “atacar” que fuera de a uno por uno. En la actualidad el acceso ya está abierto para que los visitantes entremos de manera “normal”. 

Estas rampas desembocaban en dos plataformas colosales, una alta y una baja divididas por una muralla de forma que, el la primera estaba el “Pueblo alto” y en la segunda el “Pueblo bajo” que eran las clases sociales de sus habitantes. La ciudad completa abarcaba 450 hectáreas y se estima que se necesitaron 25 millones de metros cúbicos de material para su construcción.  Según Hernando -nuestro guía- , aunque la selva se ha tragado gran parte de los edificios, aquí hubo más piedra que la usada en la pirámide de Giza.

Alrededor de 400 casas circulares distribuidas entre los dos sectores albergaban un promedio de 3000 habitantes, desafortunadamente no quedó ninguna completa; lo que vemos ahora es una reconstrucción de cómo habrían sido estas casas redondas de 7 metros de ancho con techos cónicos hechos de paja. Las casas eran circulares porque eran más resistentes en caso de terremotos y porque además era una manera de representar la forma del sol. 

Había tres construcciones principales: El Torreón es el edificio más elevado del complejo, mide 7 metros de altura y se piensa que era la torre de vigilancia pues desde aquí la vista es de 360 grados, lo que permitía observar claramente y a distancia la llegada de cualquier posible invasor. El Tintero es una especie de embudo gigante de casi 14 metros de diámetro y 5.5 metros de alto que posiblemente fuera utilizado como una mausoleo. Por útilmo, está El Castilllo, única construcción rectangular y con desniveles que hacen pensar que era el lugar donde habitaba el jerarca de la ciudad, los sacerdotes y los altos mandatarios. 

El paisaje natural que uno alcanza a ver desde esta altura de 3000 metros, es mucho más que espectacular, no hay fotografía que pueda reflejar ni cercanamente la puesta de sol que yo he visto aquí. 

El nombre de “Chachapoyas” le fue dado a esta cultura por los Incas; proviene de las palabras quechuas ‘sacha’ y ‘puyos’ que significa ‘hombres de las nubes

Fueron los incas los que les dieron su nombre a partir de las palabras quechuas sacha y puyos: hombres de las nubes, en lo alto de las montaña.

Se puede caminar por toda la zona por horas sin que nadie te vigile. sentarse a observar a la Madre Naturaleza cara a cara y sentir una gran paz ante su majestuosidad y belleza. Estando en mis reflexiones no puedo evitar hacerme la pregunta que nos hacemos todos en este tipo de lugares en cualquier parte del mundo, “¿còmo caramba se construyó en aquéllas èpocas algo tan avanzado?” Son admirables, la perfección de las construcciones, el sistema de ingeniería, de cultivos y de organización que se requirió para poder construir semejante maravilla a 3 mil metros de altura. Kuélap tambièn emana energía mística en sus ruinas, es inevitable sentir la magia de los ancestros que habitaron este lugar, en muchas de las piedras, se pueden observar figuras talladas y adornos referentes al cielo, a la tierra o al inframundo, eran obviamente, las casas de los chamanes del pueblo.

Desde su descubrimiento en el siglo XIV, Kuélap ha sido objeto de investigación y aún así, los datos no son precisos, y se estima que lo que ha salido a la superficie, es tan solo el 10 por ciento de lo que aun se espera encontrar;  ni siquiera se sabe de dónde provenían los Chachapoyas que, según referencias escritas por los conquistadores, eran los “indígenas, más altos, más blancos y más atractivos” que habían, además de tener ojos claros también. Dice Hernando que se dicen muchas cosas en torno a su color de piel, que incluso hay quien dice que por estos lares anduvieron los vikingos y que dejaron descendencia; pero, como todo alrededor de Kuélap, el verdadero origen es un misterio.

Al descubrir este tesoro existente desde los inicios de nuestra era, no puedo creer que no se haya hecho famoso ni se le de promoción; no sale en la portada de ninguna revista turística o arqueológica y, a diferencia de ciudades como Kusko o Machu Pichu, no cuenta con la más mínima infraestructura para recibir turismo -de manera ordenada y sin afectar el sitio por supuesto-; incluso durante muchos años estuvo casi abandonado y a merced del vandalismo y los saqueos, lo cual es una verdadera pena tratándose de los vestigios arquitectónicos de un pueblo al que los mismísimos Incas les costó muchísimos años conquistar. También me sorprendió que ni siquiera en internet hay suficiente información y mucho menos promoción turística sobre Kuélap, sitio arqueológico que me sorprendió de muy grata manera y al que definitivamente debo decir que es de esos lugares que debes visitar al menos una vez en la vida 

Gabriela Albarran