El repunte en ocupación hospitalaria por la llamada “Tercera Ola del SARS-CoV-2” se está dando -obviamente- en los grandes centros urbanos como Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo Léon, pero las entidades con vocación turística como Sinaloa, Veracruz, Quintana Roo, Baja California Sur, Yucatán, Guerrero, Oaxaca y Nayarit, también incrementan el número de casos activos.

La relación destino turístico-coronavirus no es la mejor dualidad que podamos ofrecerle a los mexicanos y al mundo. Por Salud primero; queda en el inconsciente colectivo que viajar es sinónimo de contagio mas peligro; también por imagen; estamos enviando un mensaje de incapacidad en el control de la pandemia.

Cuando pensamos que los más de 237 mil muertos por Covid-19 harían reflexionar a las autoridades sanitarias de este país y basados en la experiencia de las dos olas anteriores de la pandemia, ahora si estarían preparados para actuar con responsabilidad y conocimiento, pero tristemente no.

El Doctor Hugo López Gatell, subsecretario de Salud, vuelve con la falta de estrategia en la comunicación, con un mensaje más bien populista antes que científico: “La gente está cansada de lo que ha vivido en la pandemia” y envía decretos “mágicos”  a la opinión pública: “Aún en semáforo rojo, ya no habrá cierres absolutos de las actividades públicas, en particular de la educación”.

Al enviar este tipo de mensajes, el subsecretario de Salud, vacía la responsabilidad en la sociedad con tal de evitar culpas, ante la incapacidad de sus acciones. Los mensajes que emite son tan maleables que cada quien los aplica a su conveniencia y se corre el peligro de hacer a un lado la ley por ese tipo de recomendaciones.

Pongo un ejemplo: Llegan a Los Cabos, vuelos al 90 por ciento de su capacidad, cuando la ocupación permitida en los hoteles (siguiendo la pauta del semáforo epidemiológico) ¡es del 30 por ciento! Ahora bien, las autoridades tratando de hacer valer las leyes, emprendieron un operativo en 21 hoteles. ¿Resultado? Donde encontraron que se violaba el porcentaje permitido de huéspedes, se les cuestionó a los hoteleros y estos argumentaron que eran contratos cerrados antes de que se declarara el porcentaje mínimo de ocupación. Total; todo siguió igual.

En resumen; cada quien aplicará la ley acorde a sus intereses, el discurso enviado desde Palacio Nacional es: ¡Hagan lo que quieran! (mientras no nos responsabilicen). ¿Qué queda? Que los destinos y el sector empresarial puedan ponerse de acuerdo para ejercer los protocolos sanitarios al pie de la letra. Todo sea por salvar las vidas de sus empleados y de los turistas.

@elcastorviajes.