“En Las Vegas todo el mundo está vigilando a alguien; mientras los apostadores ven como vencer al casino, los talladores ven a los apostadores, los cajeros ven a los talladores, los jefes de piso ven a los cajeros, los supervisores ven a los jefes de piso, los jefes de personal ven a los supervisores, el gerente del casino ve a los jefes de personal, yo (Mr. Rothstein) veo al gerente del casino y el ojo del cielo (cámara oculta) nos ve a todos”.

Esta es la descripción que hace Sam “Ace” Rothstein del quehacer en un casino mientras se desempeña como administrador del “Tangiers” para la película Casino; el papel protagónico lo lleva Robert de Niro para la cinta dirigida por Martin Scorsese, basada en una historia real narrada en el libro del mismo nombre escrito por Nicholas Pileggi.

Esta escena que pareciera tan lejana (se estrenó en 1995) la revive el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su estrategia vigilante de la obra del Tren Maya, que para el papel de sus ojos inspectores eligió a un aliado de la Cuarta Transformación: Daniel Chávez, fundador del Grupo Vidanta.

“Le he pedido a Daniel Chávez, que es un empresario del sector turístico que me represente y que pueda llevar a cabo la supervisión de esta obra. Desde luego esta obra va a ser atendida por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por el ingeniero Javier Jiménez Espriú; por Miguel Torruco, secretario de Turismo y también por Fonatur, por Rogelio Jiménez Pons, que es el encargado, responsable por parte del gobierno federal para este proyecto”. Expresó el presidente López Obrador ayer en su gira por Cancún.

Este método de trabajo le permite al primer mandatario tener supervisada la obra, mantiene acotado a los encargados mientras el se posiciona por encima de todos cuidando que nadie se salga de su rol. ¿es efectivo? No lo creo, porque existen instituciones gubernamentales creadas para darle seguimiento a toda obra, pero al presidente así le funciona. 

El papel de Chávez no será nada fácil; estará por arriba de los secretarios y del director sustituyendo al presidente ¿Qué tanto le harán caso? Torruco no lo dudo, por el padrinazgo que ha tenido del empresario con el secretario de Turismo Federal, pero Jiménez Espriú y Jiménez Pons están acostumbrados a no tener intermediarios con López Obrador y terminarán cansando a Daniel Chávez, que no tiene necesidad de soportar desplantes. Al tiempo. 

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