La alegría del carnaval de mi vida, la hijaza de mi vidaza, a quien llamo “La Shofi” -por Sofía Coppola- llega mañana de Londres, por causas de fuerza mayor; su gran temor es que entre los aeropuertos y el avión se contagie de coronavirus -a pesar de venir prácticamente “enmicada” de pies a cabeza- y se convierta en la “paciente 31” que transmitió la enfermedad a más de mil personas en Corea del Sur.

Al principio me pareció exagerado el sentimiento paranoide que “La Shofi” me compartió, pero me solidarizo con su pánico cuando leo la entrevista que hace el diario Expansión a Srecko Horvat; dice el filósofo croata que una de las herencias que nos dejará la presente pandemia: es el miedo al otro. 

El pasaje privado que comparto, lo traigo a colación por el coloquio virtual llamado: “El amor en tiempos del coronavirus”, en el que disertarán el próximo sábado el actor mexicano Gael García Bernal y el también activista Srecko Horvat, éste último reflexiona: “Existe un riesgo real de la pandemia del miedo al prójimo, especialmente al extranjero, y eso sigue siendo más peligroso que el coronavirus”.

Me detengo en esta parte de la cavilación de Horvat porque incide directamente en la esencia nuclear de la industria de viajes; tan solo el año pasado viajaron por el planeta 1500 millones de turistas internacionales, la maquinaria económica del turismo se mueve con esa materia. Ahí está uno de los grandes retos post-coronavirus de los principales destinos turísticos del planeta, cambiar la estigmatización a la que se enfrentarán los visitantes.

¿Este terrible virus, qué tanto estará moviendo la manera de gozar y vivir del turismo? Seguramente mucho, nada volverá a ser como antes, ahora padecemos momentos de transformación dolorosa, pero pronto tendremos la respuesta. 

@ElCastorOficial