La idea de la celebración, se la debemos a José María Morelos y Pavón, en sus documentos “Sentimientos de la Nación”, donde planteaba instituir el 16 de septiembre como día del aniversario de la Independencia de México.
La idea resultaba genial y a los insurgentes se les “quemaban las habas” por festejar; así, en plena guerra, el general Ignacio López Rayón, un 16 de septiembre de 1812, fue el primero en hacer una representación del grito de Dolores, en el pueblo de Huichapan, que ahora pertenece al estado de Hidalgo.
Tuvieron que pasar más de 20 años para que los mexicanos celebráramos en Palacio Nacional “El Grito”, y le correspondió a Guadalupe Victoria ya como primer presidente de México en 1824, en una ceremonia cívico-religiosa.
Con la llegada de Porfirio Díaz al poder, el festejo sirvió para los deleites egocéntricos del General; a eso habría que sumarle la proximidad del centenario de la fecha histórica, que serviría para promocionar su “Orden y Progreso” inaugurando obras, y “echando la casa por la ventana” con fiestas al por mayor.
Como herencia de esos años, nos quedó el carácter festivo de la celebración cívica más importante de los mexicanos, pues la hicimos propia, le otorgamos el respaldo popular, y así dejó de ser una simple conmemoración oficial, que más allá de darle un carácter divertido, también es parte de la formación de la identidad de sabernos y sentirnos mexicanos.
En esto último, es donde está la esencia para enaltecer la efeméride y evolucionarla hacia una propuesta de producto turístico, que tuviera ingredientes diversos de espectáculos a lo largo de varios días, pero también encuentros de reflexión sobre la Independencia y la reconciliación como mexicanos.
Así lo hizo Francia pensando en impulsar el carácter patriótico e integrar a la sociedad; se convocó a las comunas, programaron un desfile con antorchas, una noche antes del 14 de julio; la iglesia participaba al unísono con las campanas para anunciar el desfile y el ejército hacía lo mismo con salvas de artillería. También se promovía la gastronomía con almuerzos y cenas; no podían faltar los espectáculos y concursos; al final clausuraban los eventos con bailes y fuegos artificiales.
Para esta fecha especial, no solo llegan franceses al festejo, arriban turistas de todo el mundo. Otro caso, para entender el potencial turístico del 15 de septiembre, es el destino Las Vegas; ellos captaron la idea de negocio turístico y son los que mejor han capitalizado nuestras fiestas. Todo este mes tienen eventos y artistas mexicanos. Llegan los que están de moda: Grupo Firme se presentó el 10 de septiembre en el MGM Grand Garden Arena, Marco Antonio Solís ese mismo día en The Colosseum at Caesars Palace, el 11 se anunció la Banda MS en Mandala Bay, para el 12 Los Angeles Azules estuvieron en Zappos Theater at planet Hollywood, ayer Christian Nodal se lució en el mismo lugar y hoy canta Alejandro Fernández en el MGM Grand Garden Arena.
Si le apostamos a lucir nuestras fiestas patrias como producto turístico, integrando diferentes eventos, más allá de las verbenas -esas serían solo la cereza en el pastel- se podría activar la llegada de visitantes en el llamado -de manera burlesca- mes de “septihambre”.
@elcastorviajes.