“Seguiré caminando, como Johnnie Walker” me dice Javier Aranda soltando una carcajada; siempre institucional, como ahora que le toca explicar la desaparición del Fideicomiso de Puerto Vallarta que el dirigía y que será sustituido por otro órgano similar, pero con una estructura diferente, presidida por el gobernador Enrique Alfaro.
La gran diferencia entre el nuevo y el anterior Fideicomiso es que la recaudación del 3 por ciento del impuesto al hospedaje -aproximadamente 145 millones de pesos- ya no la realizará el municipio, desde el 1 de febrero lo está ejecutando Hacienda del estado.
Ayer hubo una sesión extraordinaria de los Fideicomisos -entrante y saliente- para aclarar los puntos de la desaparición de la oficina que mantenía al frente a Aranda, por lo pronto sabe que se quedará unas semanas más para la entrega-recepción, “entregar las cuentas” -me dice- y de ahí a revisar propuestas.
Javier Aranda entra en la categoría de personaje del turismo; Aranda Pedrero apenas si descubría la materia turística, cuando el Turismo lo descubrió a él. Empezó haciendo su apostolado en Cozumel, de la mano de Nassim Joaquín -padre de Carlos Joaquín, actual gobernador de Quintana Roo- y ocupó todos los puestos de influencia tanto en la isla como en el estado, de ahí pasó al CPTM y enseguida se va como Director Regional a Europa para el mismo Consejo hasta volverse “pata salada” desde hace 3 años en Puerto Vallarta.
Es un mercadólogo de profesión, pero turistero creativo por convicción, con pulso firme para tomar decisiones y sagaz para aplicar su expertise. Sabe hacer equipo, además de ser un caballero en el trato. Lo único malo de Aranda es que siempre me jode con el mismo chiste: “Que buen peinado mi Castor” (los dos nos rapamos) en fin, hasta eso se le pasa. Seguro mañana estará despachando desde otro destino en alguna parte del mundo. Siéntete satisfecho Javier, has hecho un gran trabajo.
@ElCastorOficial