Entre los antiguos celtas se tenía la creencia que caminar sobre las brasas ardientes durante la noche de solsticio de verano les creaba fortaleza, luego este dogma pasa a varias culturas y en la actualidad los gurús de la autoestima lo utilizan como una prueba que tienen que superar sus seguidores para graduarse.
Traigo la analogía entre la aerolínea mexicana y el firewalking, para explicar que cualquier evento extraordinario que suceda en un avión, hace que ardan las redes sociales. Esta no será la primera vez, ni la última, que personal de la tripulación como el piloto Rafael Bolio tome la iniciativa de opinar sobre un tema que les afecta y que reaccione la social media para enjuiciar a la línea aérea.
Ya salió Aeroméxico a explicar lo que se dirimió principalmente en Twitter; la compañía aérea aseguró que el Capitán Bolio desempeña sus labores en la empresa con normalidad (fake news aseguraban que lo habían despedido) y que al piloto únicamente le solicitaron un informe detallado única y exclusivamente como parte de los procedimientos establecidos en el reglamento interior de trabajo, luego de emitir opiniones personales desde cabina.
“Bienvenido presidente…ojalá lo podamos convencer que haga el aeropuerto en Texcoco” dijo la máxima autoridad del avión al presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 8 de noviembre durante el vuelo AM533, marcando así el principio de una polémica que lleva 12 días.
Este caso nos lleva a reflexionar sobre la seguridad del presidente: se debe proteger la integridad de quien dirige los destinos de la nación, porque mañana puede ser un pasajero el que enfrente al primer mandatario. Es momento de reconsiderar los vuelos privados siguiendo las pautas de austeridad y finalmente felicidades al equipo de crisis y relaciones públicas de Aeroméxico, salieron a tiempo para caminar sobre brasas ardientes.
@ElCastorOficial